miércoles, 18 de junio de 2008
Irreconocible
Vuelve el hijo pródigo a su tierra natal, y el padre alza los brazos y mira al cielo pronunciando mil oraciones. Atravesando los campos de su infancia percibe viejos olores. El pelo largo, la barba, los músculos, la ropa ya no son los mismos que los de aquel día. Dos imágenes simbolizan el paso del tiempo. Durante la cena, el que se quedó, observa a su hermano. Ve sus ojos cambiados y se pregunta que infinidad de imágenes distintas habrán traducido. A veces no reconoces ni a un hermano, o no te reconoces a ti mismo, esa sensación amigo mío es un puñetzo del todopoderoso Cronos, prepara tus mejillas para los golpes, o si no las lágrimas no harán más que empeorar las heridas.
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