lunes, 8 de septiembre de 2008

Ego

Este es mi paraíso y también mi infierno. En definitiva, estoy en mi espacio vital. Aquí tengo yo siempre las últimas palabras, de hecho las tengo todas. No me debo acoger a ningún tipo de orden o de ley establecida por nadie.
No es mi última intención deleitar a los posibles lectores, aunque debo admitir que siempre halaga una opinión favorable, bien pensado no me importa que alguien se sienta molesto al leer cualquier idea de este espacio, porque sólo escribo para una sola persona: mi obeso ego. Obeso e insaciable, nunca tiene suficiente y pide más, no se cansa.
Por eso escribo este canto, este himno al Dios Ego que hay que complacer con esmero. Porque a uno le va mejor cuando comprende que ese diosecillo le acompañará por siempre.
Sentadas estas normas ya estoy más tranquilo, me siento aliviado y ahora la consigna es: jugar eternamente, para ese diosecillo, en el aire de la cima.

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