Vio la sombra, fue su movimiento rápido lo que le agitó. Su mujer apenas reparó en el desconocido, pero a él le inquietaba. Tampoco los hombres que caminaban por la misma calle parecían asustados con la sombra inquieta y agazapada.
- Tenemos que comprar todos los regalos hoy, recuerda que mañana ya habrán cerrado las tiendas, deberíamos escribir tarjetas de navidad también a los Rogers?- sin casi pensarlo asintió buscando el último rastro por el que se había perdido la sombra.
Una vez en la tienda la mujer empezó a recorrer los estantes, a cada pasillo que recorrían colocaba un nuevo paquete en la columna de regalos que aguntaba su marido y así pasaron las horas, sin mas acontecimientos que el aumento de la pila. De tanto en cuando el hombre miraba hacia atrás. La mujer no le daba importancia, su tarea estaba bien especificada.
Al fin salieron a la terraza y se pararon delante de un árbol de navidad, de un abeto:
-Es magnífico, qué te parece?
Después de dar una ojeada alrededor contestó en voz baja:
-Estupendo
-De veras?
- Sí,sí.
-Pero aquel otro tiene más volumen no crees?
- Sí es cierto
-Desde luego qué gran ayuda eres hijo!
Pero el hombre no parecía estar en condiciones de empezar una discusión, seguía inquieto,encargaron el árbol. Se miró las manos y temblaba.
Caminaban por las galerías repletas de objetos de regalos y había bastante gente aprovechando a hacer las últimas compras navideñas. Ella iba a paso ligero, él detrás, blanco como la nieve,no paraba de mirar los rostros de los numerosos compradores, nadie parecía sin embargo reparar en su mirada, ni siquiera se inquietaban por Su presencia. Él sí, él sí lo hacía. Al fin fueron a pagar y cuando el vendedor dio el cambio a la mujer, el hombre se quedó pasmado mirando el rostro del vendedor, que sin inmutarse decía: - Gracias y Feliz Navidad! El brazo de su cónyuge le arrastró y así caminaron hasta el coche.
- Qué trajín! Ahora toca preparar la cena, se chuparán los dedos, verdad?
-Sí- el hombre miraba por la ventanilla y balanceaba su cuerpo ligeramente.
- Colgarás las luces del árbol?y las del techo?
-Sí - El balanceo se aceleraba
-Escucha, me quieres mirar a la cara cuando te hable?-al decir esto la mujer giró la cabeza para mirar al hombre y el choque fue inevitable.
Cuando despertó del sueño, estaba sudoroso, y el rostro sereno de la mujer en la cama le sosegó, pero al mirar al frente vio la sombra que le sonreía y lo comprendió todo.
El entierro fue al día siguiente
1 comentario:
Oh my God!
Llevaba tiempo esperando un escrito y no me ha defraudado en absoluto.
Genial.
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