jueves, 31 de diciembre de 2009

Rebosando vida

Ha llamado una revelación a mi puerta, justo antes de acabar el año. ¿Quién me iba a decir a mí ,enemigo de los balances y cuentas anuales, que ocurriría justo hoy? Pues bien: Estaba yo en casa atiborrado como siempre de música... Jorge estudia con música, va en coche con música, se ducha con música...y tanto alboroto le rodeaba que nunca hasta hoy había oído a ese viejecillo susurrando detrás de la puerta.
Hoy al fin le he oído: ¡Qué suerte!. La música, los libros, las películas y por qué no decirlo, también las personas me apartaban de mí convirtiéndome en un desdichado, o mejor dicho, proyectaban la luz adecuada para que yo la recibiera tan mal con mi gran lente. Yo también soy culpable.
Siempre con dorados objetivos, con etéreas ideas de final en la cabeza, caminaba Jorge como un pelele, dando a veces gritos intentando convencer a los demás y a sí mismo de que era dueño de su vida, pero en realidad no eran si no patéticos chillidos amplificados por un sistema de altavoces demoníaco que no convencían a nadie. Pero se ha acabado.
No me siento dueño de mi vida, me siento dueño de la vida. Lo he comprendido en el silencio. Tantas cosas me tenían cegado, o mejor dicho sordo...Pero lo mejor de todo es que no tengo que dejar de hacer nada de lo que ya hacía, ese es el punto fuerte de mi nueva filosofía (pues eso me hiperventila ahora, una nueva filosofía).
Tampoco me arrepiento de nada, ya hace tiempo que subí a la cima, pero hoy me ha despertado la más perfumada ráfaga.
No quiero convertirme en nada, no quiero ser nada para nadie, ni para mí mismo. Quiero ser la vida y mezclarme en tan poderoso torbellino. Es ya definitivo. Me arrojo al torrente vital. Vivir, eso hago. No lo quiero, no es algo que este haciendo para luego ser o tener....no, lo acabo de empezar ahora, aquí...de buenas a primeras: mirando el cielo, rascándome un huevo... Me pienso volcar en todo: en la alegría, en la locura, en la tristeza, en la pena, en el dolor...pero siempre con mi nueva piel tejida de vida. ¡Qué maravillo regalo! ¡Qué apoteósico final de año! Desde luego si soy bipolar acabo de alcanzar un gran máximo y respiro hinchando tanto los pulmones mi aire de la cima que no me extrañaría que se colapsase todo mi ser y el universo entero en mi insuficiente e incapaz aparato respiratorio.
Ayer mismo vi a unos amigos que no veía ya desde hacía tiempo, se podría decir más que amigos unos "intermitentes recuerdos andantes", pero es demasiado largo.
El hecho es que los vi tan desgraciados y me vi yo tan desgraciado desde sus propios ojos que algo se rompió en mí, pero no lo he notado hasta hoy mismo. Es como cuando uno juega a fútbol y se da un buen golpe, en caliente no fui consciente.
Ahora me alegro tanto de esa cita que pienso que si un mago se me presentara pactaría de buena gana con él que el año 2009 en mi memoria se reduciera a la mentada noche.
Me atrevería a decir que estas reflexiones le servirán a alguien más que quizás ya lleva un poco este modo de vida, pero aún no se ha dado cuenta que es adepto a esta iglesia.
Y ahora que me permito reírme de mí mismo y de todo lo que me rodea, porque sólo necesito estar vivo para entretenerme. Puedo lanzar algunos rayos desde la cima, porque lo necesito, sin ningún fin en concreto, pues yo ahora soy el gran amante del "durante", la puta del "mientras" y el gran calumniador del "fin", del "último".
No niego que existan, pero no les doy la grandeza y oraciones que les ofrecen la mayoría de monos, así que adelante la lluvía de rayos:

- Me desespera ver a tantos enfermos arrastrados por la corrientes y a tantos otros que desean ser arrastrados, pero saltan como infatigables salmones remontando la corriente. Todos locos para arriba y para abajo, nadie disfruta del trayecto. Sí, ya me he cansado de cagarme en Dios, en la sociedad, en el facebook y esas mierdas sin importancia...también se ha de gritar de una vez por todas...¡Cuánto daño han hecho películas como Pulp Fiction, Martín Hache...! Pobres almas débiles y cegadas.
- Desprecio al academicista al que saludo por cortesía, me importa un pepino lo que lea y en general lo que haga con su vida, porque siento su debilidad a flor de piel, y es en sí un gran curriculum andante. El arte no tiene dueños.
- Soy feliz por ser igual que todos, pero sentir que ellos intentan ser distintos, la mayoría de los que conozco no reconocen la vida, son sacos pútridos de esperanzas y anhelos corriendo detrás de fantasmas, así que por mí que ardan las modas de conducta en los niños de 15 años con la telebasura y los messengers y demás, pero también esos asquerosos modernos y alternativos que van a conciertos de rumbita sin sentir una mierda por esa música (no todos, claro está) y de una santa y sacrílega vez, métanse en la cabeza ,señores y señoras, que el hábito no hace al monje y que en esta maldita vida de apariencias donde solo nos rodean pañuelos de colores ondeando por doquier nadie ve nada. En la cima ya he rajado todos los pañuelos y los que cuelgo de nuevo, los confecciono yo mismo. No son malas las mentiras, ni el amor por lo terrenal ni ninguna de esas cosas que todo el mundo se pasa el día demonizando, lo más jodido de todo para mí es que nadie cree nuevos valores, que nadie se pare un rato consigo mismo para recordarse que vive y sentirse. Van todos ciegos: ¡Qué espectáculo digno de estridentes carcajadas y amargas lágrimas! Yo mismo no lo hacía hasta hoy mismo, pero sabía que algo se cocía en mis entrañas. ¡Al fin! Ya he parido. Ahora tengo la suerte de subir a la cima cuando me apetezca y vendarme los ojos de vez en cuando para darme una vuelta por ese frenético carrusel, pero a diferencia de ayer: rebosando vida.

domingo, 27 de diciembre de 2009

El vitirinario

Protagonistas de este pequeño cuento teatral:


LOS MENDIGOS
LUIS
El hijo de los Forné
EL GATO
LA NIÑA
Algunos fotografiados y los de la sala de espera


Especial agradecimiento a los actores secundarios...

ÁGATA
RECEPCIONISTA
CABALLERO y DAMA (Los señores Forné)
EL DOCTOR

El vitirinario

Son a duras penas las diez de la mañana. Una mujer pasada de los cincuenta avanza por la calle moqueando. Lleva un elegante sombrero de terciopelo morado y enormes gafas oscuras que le tapan casi la totalidad del rostro. Avanza despacio porque arrastra con una correa un pesado bulto
Entra en un local en el que no se puede ver letrero alguno y que presenta a los clientes un disimulado fresco en el que se ve a un niño durmiendo al tiempo que se chupa el dedo gordo y le observan la luna y varias estrellas. La iluminación de la entrada del local es menguante y las sombras deforman demencialmente el interior.
Para entonces, la mujer exhausta ya ha llegado chorreando litros de sudor a la puerta. La abre y arrastra consigo la pesada carga, pasan algunos minutos hasta que se oye el golpe de la puerta, detrás quedan algunos mendigos sorbiendo el sudor que ha dejado la vieja como hacen los gatos con la leche, entonces por un disimulado tubo aparentemente del aire acondicionado se expande un gas verdoso dando un silbido y las alimañas chupasuelos huyen en todas direcciones como alma que lleva el diablo.


ÁGATA- Buenos días. Snif, snif.

RECEPCIONISTA- Buenos días señora Ágata. ¿Cómo se encuentra usted dentro de la gravedad del asunto?


Se acerca la RECEPCIONISTA, una joven con bata blanca y pelo rojo carmín. Un foco ilumina a las dos mujeres y la sala permanece en la penumbra, la vieja mirando el suelo se agarra del brazo de la recepcionista.


ÁGATA- Pues muy mal hija, es una gran pena. Con todo lo que yo le he querido, es una pena. Pero más vale así.

SILENCIO: "Una mueca de rigurosa compasión de la pelirroja"

RECEPCIONISTA- Es lo mejor para él y para usted, sin duda se ve que le ha querido usted como nadie

La mujer saca un pañuelo y expulsa toneladas de mocos, se seca lágrimas por debajo de las gafas.

MADRE- Yo le he querido como nadie, y he sufrido la primera. Desde que empezó la debacle, yo le he cuidado dando todo mi tiempo, mis pensamientos... Venía del colegio a casa, preparaba la comida, estaba con él, volvía al colegio...y así sin parar. Desde que empezó así que no vivo. Se lo he dado todo, pero ya no puedo más...


Estalla en amargo llanto hundiendo su rubia cabellera en el brazo de la recepcionista. Ésta se limita a aguantar el peso del descomunal cabolo y a agarrarle el brazo izquierdo con la justa firmeza requerida por el momento. Al fin cesa el lloriqueo y la mujer se recompone. Se le ha caído el gorro morado. La recepcionista lo recoge y se lo pone con paciencia como a una niña pequeña.


RECEPCIONISTA- Siéntese aquí señora Ágata que ya mismo llega el doctor y aproveche para serenarse para una feliz despedida que tanto él como usted llevan ya largo tiempo mereciendo.

MADRE- ¡Ay que pena más grande!¡Yo he hecho lo que he podido!¡Lo he dado todo por él!.

Se calla, se sienta con parsimonia y se suena las narices liberando un horroroso estruendo. SILENCIO se pone en pie donde alumbra el foco y con el pecho henchido mira arrogante alrededor. Unas leves voces se levantan con monotonía y apuñalan a tan arrogante fantoche varias veces.

RECEPCIONISTA- ¡Por favor!Les pediría que no alcen la voz y conversen con sus seres queridos algo quedo, porque el doctor así no puede trabajar.

SILENCIO (moribundo): Gracias.

Se abre la única puerta de la estancia y salen de ella una pareja de ricachones cercanos a los cuarenta y el doctor de largos cabellos rubios. El hombre con paso firme y dominante lleva una copa en la mano como su mujer.

CABALLERO- Lo que le digo doctor...¡Una vergüenza! Pero esas cosas pasan en las mejores familias. O al menos eso dicen, pero ¡Qué lata cuando le toca a uno cargar con semejante muerto!

El doctor entonces le ruega con la mirada bajar la voz en tan inoportuno ambiente.

CABALLERO- ¡En fin! Es una pena que haya en el mundo drogadictos. Cuando me enteré que Juan fumaba esa mierda de hierba que todos esos parias veneran, no lo pensé dos veces. Desde entonces la cosa estaba clara...¡Si te pasas de la ralla, el castigo es lo que te aguarda! Bien clarito se lo dejé. ¡Malditos bastardos! Levantar el país con esos crápulas...¡Imposible!. Si quién yo me se levantara cabeza...

DAMA- ¡Ya vale Alejandro!Deja de dar gritos que la gente no tiene porqué enterarse de nuestros problemas domésticos. Perdónele usted doctor, mi Alejandro es un gran hombre, pero de un carácter algo rudo. Ojalá mi pobre hijo hubiera salido como él... Toma cariño bebe un poco más de whisky.


El hombre coge la inmensa copa llena y se la ventila de un largo sorbo, la mujer le acompaña y dejá caer la botella. Es la undécima botella vacía que dejan caer desde que salieran por la puerta con el doctor.

DAMA: Bueno, gracias por todo doctor. Es usted un gran profesional, sepa que tiene mi recomendación para todas mis amistades.

CABALLERO: Por cierto, allí fuera tiene a un atajo de holgazanes que han intentado arrebatarnos a nuestro hijo para que tocase con ellos la guitarra, a uno le he podido oscurecer un ojo, pero los demás se han escapado como ratas. Yo de usted los controlaría, no dan buena imagen al negocio merodeando por ahí.

DAMA: ¡Alejandro! (la mujer da una sonora colleja a su marido)

DOCTOR: Muchas gracias por la observación, tomo nota. ¡Que pasen un buen día señores Forné! ¡Y que no nos tengamos que ver nunca más!.


El matrimonio se pierde por la puerta dando carcajadas de curdas y el doctor se pierde de nuevo en la oscuridad. No se ha cerrado aún la puerta cuando una rolliza mano la sostiene y seguidamente entra una rechoncha NIÑA de metro y medio, dueña de la extremidad, llevando en brazos a un gato gordo y blanco con una mancha negra en la cabeza. Nada más atravesar el umbral de la puerta, el gato pega un alarmante maullido al tiempo que sale disparado por la puerta. La RECEPCIONISTA se avalanza sobre la niña que está como absorta mirando a la puerta por donde ha desaparecido el ágil felino y la lleva a un rincón de la sala.


RECEPCIONISTA: ¿Se puede saber qué haces cría?¡Este es un lugar para adultos!No se te ocurra volver a pisar este sitio y menos con un animal, y ahora vete bien calladita si no quieres que avise al coco.

NIÑA: Perdóneme. Es que mi gatito estaba muy enfermo, no se movía, apenas comía y desde hace varios días no dormía. Yo tampoco lo hacía, me pasaba las noches mirando sus redondos ojos verdes. Mi papá me dijo que a lo mejor le podíamos ayudar a dormir aquí si continuaba igual...¡Por favor! No le diga nada a mi papá yo sólo quería que Belzebul se curara, pero ahora parece estar mucho mejor, lo siento...

RECEPCIONISTA: No empieces con los pucheritos y vete ya que aquí hay personas muy atareadas y dile a tu padre que aquí no aceptamos animales...¡por el amor de Dios!

La niña se va despacio, manteniendo la respiración y mirando a todos lados, pero no logra ver más que unos bultos que se mueven. Más de una vez está a punto de tropezar con una botella de Chivas, estela de los multimillonarios. Cierra la puerta con sigilo y se oyen sus dulces gritos "¡Belzebul!", "¡Belzebul!"

Pasan algunos minutos en los que solo se oyen los mocos de la señora Ágata, que ahora mismo tienen una interesante conversación sobre las navidades y de pronto la RECEPCIONISTA se acerca a la viejecita y le masajea el hombro


RECEPCIONISTA: Adelante señora Ágata. Yo le ayudo con Luis

Las dos mujeres arrastran el bulto y se abre la puerta por la que se perdió el doctor.

Una sala blanca como la nieve. El doctor, la viejecita y la recepcionista están al lado de la camilla donde se mueve espasmódicamente el bulto. Hay cuadros por todos sitios: fotos de jóvenes luciendo camisetas con el rostro del Che Guevara, rastafaris, hombres algo mayores con extrañas barbas y sombreros. Algunos leyendo libros, otros jugando a ajedrez, fumando pipa y pintando, tocando algún instrumento...En cada foto hay unas indicaciones aclarando toda clase de anomalías. También hay fotos de comparaciones entre jóvenes luciendo un colgante en la oreja al lado de un joven recibiendo un título universitario, o un joven pintando una pared y otro sentado en la plaza monumental asistiendo a una gran corrida. Otro con largos cabellos con cara de gringo de treinta años circulando en bicicleta y arropado con un jersey de indígena junto a un joven con camisa afeitadito en su cuatro por cuatro.
La recepcionista da unos golpecitos afectuosos a la mujer e intercambia una mirada con el doctor y se larga.


DOCTOR: (Mientras se pone los guantes y sin mirar a la mujer)Bueno, señora Ágata. Al fin ha llegado el día. No se alarme, todo va a suceder muy rápido.

ÁGATA: Eso espero, porque mi pobre Luis... Con lo bueno que ha sido siempre...Pero yo no puedo cuidarlo más...Acabaré por volverme loca...

DOCTOR: No se preocupe, usted ya ha hecho suficiente. Si Luis pudiese hablar, le aseguro que pediría dos cosas: mi ayuda y su compañía.

ÁGATA: ¡Hay doctor!No sabe usted lo que me ha costado venir!...Dios sabe que yo he hecho todo lo que he podido, pero el pobre Luis...

DOCTOR: Vamos señora Ágata, hagámos esto fácil, ¿sí? Ahora con lentitud voy a sacar a su hijo de ese saco, no quiero que se ponga nerviosa ¿de acuerdo? Voy a poner algo de música para que todo resulte más agradable. A propósito...¿Le echó usted el spray inmovilizador?

Ágata asiente y se pierde en el inmenso pañuelo.
El doctor se aleja y cuando vuelve suena ya como el mismo infierno "Le Sacre du Printemps".
Entonces con suavidad retira el saco. Un hombre negro de unos treinta años yace como una estatua sosteniendo un saxo al que está pegado en eterno beso desde que su progenitora lo petrificara. Es todo quietud y sólo se mueven las pupilas sin descanso. El doctor saca una lupa y lo examina por todos lados, al tiempo que ojea una larga hoja llena de anotaciones.


DOCTOR: (La música no deja de crecer)Bien Luis. ¡Qué bien te veo chico!Así que eso fue lo definitivo... comprendo... Sí que es necesario, sí.(mira a la señora Ágata con sinceridad). La masturbación incipiente a los catorce años se pudo tratar con electricidad. La prematura lectura y anhelos de ser escritor a los veinte que diagnosticamos hace diez años tenía remedio,pero esto ya...y ¿dice usted que incluso...?¿Cómo se dice?... ¿compone?

ÁGATA: ¡Sí doctor!¡así es! (se lleva las dos manos a la cabeza y sigue con el lloro)

Se oye un ruido sordo en medio de la estancia justo en el clímax musical: es el cadáver-piedra de Luis.

DOCTOR- Ya está señora. Ahora Luis ya descansa en una absoluta paz.

ÁGATA- ¿Ya está?¿Pero cómo?¡Si no le ha puesto ni una inyección siquiera! (Se agacha temblando por detrás del doctor para mirar desde ahí a su hijo)

DOCTOR- En estos casos tan extremos como el suyo, sólo necesitan sentirse acompañados para llegar...bien... a la tranquilidad y creo que Luis lo ha conseguido, al menos eso parece decir su rostro...

ÁGATA- ¡Ay, alabado sea el señor! Mi pobre Luis, que bien por él...y por mí...
Gracias doctor, mil gracias. Usted no sabe...¡Gracias!¡Es usted tan bueno! Se ve que no ha sufrido mi querido Luis...

DOCTOR- Gracias Ágata, hicimos lo que debíamos. Patricia le informará de los gastos y los diferentes servicios que disponemos.

La mujer sale por la puerta y la recepcionista la acompaña a la calle.
En la sala blanca. La RECEPCIONISTA cabizbaja soporta los gritos

DOCTOR: Tono autoritario ¡Patricia! ¡Te has pasado de nuevo con el neuronol y calculaste de menos con el rostrírico !¡Cuántas veces se te ha de decir!¡Con 20 ml de neuronol, parálisis cerebral y con 10 de rostrírico ,tensión de los músculos faciales de forma inferior-superior, lo adecuado para una última sonrisa de mortal satisfacción. Si te pasas con el neuronol sangrará y la tenemos...Este último desgraciado empezaba a chorrear sangre por la oreja derecha, suerte que cayó por el lado que cayó...que si no estarías ya en la puta calle. Anda dále las gracias a este fiambre y deshazte de él que esa endiablada trompeta me pone los pelos de punta.

Por la calle sale doña Ágata y de su brazo va SILENCIO. Esquivan con cuidado algunos cuerpos inertes de mendigos mientras algunos otros vacían los bolsillos a los caídos.

domingo, 20 de diciembre de 2009

La ráfaga de la cima

Silba alegre desde arriba,
baja fresca y cegadora,
originaria de la cima,
decidió volver ahora.

Un destello ígneo,
ya se precipita,
sobre aquel pobre abeto,
apestando a dinamita.

Un deforme serafín,
entona un triste blues,
las tiernas estrellas ríen,
avanza la augusta luz.

Ella sabe de injusticias,
de historias y leyendas,
maneja bien las mentiras,
y conoce toda senda.

Envuelta en frío de muerte,
latiendo con fervorosa vida,
se abre paso desde arriba,
la eterna ráfaga de la cima.