Si bajara un rosado querubín o ascendiera un sulfúrico diablo... ¿Qué le pediría?
Sólo una desmemoria progresiva.
Olvidar tu nombre, tu historia, tu infancia, tus ideas, nuestras imágenes en eternos paseos...
Le pediría desdibujar tu rostro, pero sobretodo erosionar tu boca, eterna intérprete de la pena y angustia.
Pediría perforar los cristales de recuerdos, que guardo dentro, donde reposa tierno el primer beso, la primera caricia, la primera palabra...
Destruir todo poco a poco, liberando estas miles de mariposas que grotescas y deformadas dormitan en mis dentritas. Pulverizarlas en una nube de coloridas fracciones de cristal y... ¿luego?
Luego encontrarte en la playa, arropados por el crepúsculo y con sinceridad pueril y los cinco sentidos en la garganta preguntarte:
¿Cómo te llamas?
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