Un buen día, me desperté,
y entendí que te había soñado,
sentado en el viejo café,
casi nunca iluminado.
Torrente de lágrimas saladas,
precipítase en la taza,
y tus dulces caricias aladas,
golpean mi cerebro con una maza.
Al fin me decido y tras una zambullida,
me pierdo también yo,
en el negro líquido ahogo la vida,
para borrar de mi sien tu "NO".
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